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«La conversión del corazón no es obra de los hombres sino de Dios» (Bernardo de Claraval)
«La conversión no se realiza en un solo día. ¡Ojalá pueda llevarse a cabo a lo largo de nuestra vida!» (Bernardo de Claraval)
La vida monástica está llamada hoy a redescubrir de manera renovada, en medio de esta cultura del ruido y de la superficialidad ese valor tan esencial y tan suyo que es el silencio contemplativo y la escucha a Dios.
La vida cristiana se sitúa constantemente en un difícil equilibrio, el del Misterio Pascual con sus dos polos de muerte y de resurrección. La Pascua de Cristo y la del cristiano no es primero la muerte y después la resurrección, sino que es a la vez y en un mismo movimiento, Muerte y Resurrección, de suerte que es posible encarar una teología de la gloria de la Cruz, términos en sí contradictorios.
ELREDO DE RIEVAL
La historia de la humanidad es la del hijo pródigo, el cual, alejado en la miseria de la región lejana, un día se convierte, decide volver a la casa paterna, desandando el camino por el que se había alejado: pone en orden, reordena todo en sí mismo por la caridad a lo largo del camino de vuelta.
Si deseas salvar tu alma y conseguir la vida eterna, sacude tu pereza, haz el signo de la cruz y di: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén".
La fe no se obtiene mediante la reflexión; es preciso actuar. No son las palabras y la especulación las que nos enseñan lo que es Dios, sino la experiencia.